Nghệ thuật AI: Miramos el mismo cielo azul Epílogo – El día antes La luz cálida de la tarde iluminaba suavemente el cuarto de Samantha, donde ella se peinaba frente al espejo mientras respondía mensajes en el grupo de amigos: Wiliani enviaba fotos graciosas, Oneill bromeaba sobre el uniforme, y William le mandaba emojis cariñosos. En ese momento, la puerta se abrió sin aviso, y Robert entró con paso vacilante. —¿Puedes tocar, por favor? —pidió Samantha con una sonrisa divertida, aunque algo molesta. —Perdón, es que necesito hablar contigo —dijo Robert, nervioso, cerrando la puerta con cuidado—. Es sobre Yadiel. Samantha dejó el peine a un lado y se volvió hacia él, curiosa. —¿Qué pasa con Yadiel? Robert se acomodó en el borde de la cama, frotándose las manos. —No sé cómo explicarlo… Me parece diferente a los demás. Siempre lo veo callado, perdido en sus dibujos o libros. Y eso me intriga. Quiero conocerlo, pero no sé cómo acercarme sin parecer raro. Samantha sonrió con complicidad. —¿Quieres decir que te gusta? Robert bajó la mirada y asintió tímidamente. —No sé si es amor… pero siento algo. Quiero entenderlo, conocerlo mejor. Y sé que para Yadiel es difícil abrirse. —Claro que sí —dijo Samantha—. Yadiel es súper tímido y reservado. Pero si alguien logra hacer que se sienta cómodo, es increíble. Además, es muy dulce y talentoso. Le gusta la poesía, dibujar, y leer cosas profundas. Robert se mordió el labio, pensando. —¿Crees que podría hablarle de eso? ¿Libros, poemas? No quiero que piense que estoy entrometiéndome. —Si hablas de lo que a él le gusta, seguro que te escuchará —aseguró Samantha—. Mañana van a estar en el mismo grupo en la escuela. Quizás durante el almuerzo puedas intentarlo. —Eso haré —dijo Robert, con una sonrisa nerviosa—. Gracias, Sam. Samantha se levantó y le dio un suave golpe en el hombro. —Solo sé tú mismo, Robert. A Yadiel no le gustan las personas falsas. —Menos mal, porque yo no sé ser otra cosa —bromeó él. ⸻ En otro lugar, Yadiel estaba acostado en su cama, rodeado de sus libros y cuadernos. Nube, su gato, ronroneaba entre sus piernas mientras él escribía en su libreta de poemas. En el grupo de chat, Wiliani y Jeyraliz enviaban mensajes, y Oneill preguntaba si ya tenían listo todo para el primer día. Pero Yadiel apenas respondía. Había algo que no podía dejar de pensar desde hace unos días: la mirada de Robert, la forma en que le habló cuando se encontraron en el parque. Era raro. Robert no era como los demás chicos. Tenía una calma y una sinceridad que lo desconcertaban. Tomó el lápiz y escribió en su libreta: “Una voz nueva despierta ecos en mi silencio.” Suspiró y volvió a cerrar el cuaderno. No sabía qué significaba exactamente, solo que algo había cambiado. Mañana empezaría la escuela. Y con ella, quizás, algo más. Could you make the characters look cute and can it be in an anime manga style with color please

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Miramos el mismo cielo azul

Epílogo – El día antes

La luz cálida de la tarde iluminaba suavemente el cuarto de Samantha, donde ella se peinaba frente al espejo mientras respondía mensajes en el grupo de amigos: Wiliani enviaba fotos graciosas, Oneill bromeaba sobre el uniforme, y William le mandaba emojis cariñosos.

En ese momento, la puerta se abrió sin aviso, y Robert entró con paso vacilante.

—¿Puedes tocar, por favor? —pidió Samantha con una sonrisa divertida, aunque algo molesta.

—Perdón, es que necesito hablar contigo —dijo Robert, nervioso, cerrando la puerta con cuidado—. Es sobre Yadiel.

Samantha dejó el peine a un lado y se volvió hacia él, curiosa.

—¿Qué pasa con Yadiel?

Robert se acomodó en el borde de la cama, frotándose las manos.

—No sé cómo explicarlo… Me parece diferente a los demás. Siempre lo veo callado, perdido en sus dibujos o libros. Y eso me intriga. Quiero conocerlo, pero no sé cómo acercarme sin parecer raro.

Samantha sonrió con complicidad.

—¿Quieres decir que te gusta?

Robert bajó la mirada y asintió tímidamente.

—No sé si es amor… pero siento algo. Quiero entenderlo, conocerlo mejor. Y sé que para Yadiel es difícil abrirse.

—Claro que sí —dijo Samantha—. Yadiel es súper tímido y reservado. Pero si alguien logra hacer que se sienta cómodo, es increíble. Además, es muy dulce y talentoso. Le gusta la poesía, dibujar, y leer cosas profundas.

Robert se mordió el labio, pensando.

—¿Crees que podría hablarle de eso? ¿Libros, poemas? No quiero que piense que estoy entrometiéndome.

—Si hablas de lo que a él le gusta, seguro que te escuchará —aseguró Samantha—. Mañana van a estar en el mismo grupo en la escuela. Quizás durante el almuerzo puedas intentarlo.

—Eso haré —dijo Robert, con una sonrisa nerviosa—. Gracias, Sam.

Samantha se levantó y le dio un suave golpe en el hombro.

—Solo sé tú mismo, Robert. A Yadiel no le gustan las personas falsas.

—Menos mal, porque yo no sé ser otra cosa —bromeó él.

⸻

En otro lugar, Yadiel estaba acostado en su cama, rodeado de sus libros y cuadernos. Nube, su gato, ronroneaba entre sus piernas mientras él escribía en su libreta de poemas. En el grupo de chat, Wiliani y Jeyraliz enviaban mensajes, y Oneill preguntaba si ya tenían listo todo para el primer día.

Pero Yadiel apenas respondía. Había algo que no podía dejar de pensar desde hace unos días: la mirada de Robert, la forma en que le habló cuando se encontraron en el parque.

Era raro. Robert no era como los demás chicos. Tenía una calma y una sinceridad que lo desconcertaban.

Tomó el lápiz y escribió en su libreta:

“Una voz nueva despierta ecos en mi silencio.”

Suspiró y volvió a cerrar el cuaderno. No sabía qué significaba exactamente, solo que algo había cambiado.

Mañana empezaría la escuela. Y con ella, quizás, algo más.

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—— Hết ——
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Miramos el mismo cielo azul Epílogo – El día antes La luz cálida de la tarde iluminaba suavemente el cuarto de Samantha, donde ella se peinaba frente al espejo mientras respondía mensajes en el grupo de amigos: Wiliani enviaba fotos graciosas, Oneill bromeaba sobre el uniforme, y William le mandaba emojis cariñosos. En ese momento, la puerta se abrió sin aviso, y Robert entró con paso vacilante. —¿Puedes tocar, por favor? —pidió Samantha con una sonrisa divertida, aunque algo molesta. —Perdón, es que necesito hablar contigo —dijo Robert, nervioso, cerrando la puerta con cuidado—. Es sobre Yadiel. Samantha dejó el peine a un lado y se volvió hacia él, curiosa. —¿Qué pasa con Yadiel? Robert se acomodó en el borde de la cama, frotándose las manos. —No sé cómo explicarlo… Me parece diferente a los demás. Siempre lo veo callado, perdido en sus dibujos o libros. Y eso me intriga. Quiero conocerlo, pero no sé cómo acercarme sin parecer raro. Samantha sonrió con complicidad. —¿Quieres decir que te gusta? Robert bajó la mirada y asintió tímidamente. —No sé si es amor… pero siento algo. Quiero entenderlo, conocerlo mejor. Y sé que para Yadiel es difícil abrirse. —Claro que sí —dijo Samantha—. Yadiel es súper tímido y reservado. Pero si alguien logra hacer que se sienta cómodo, es increíble. Además, es muy dulce y talentoso. Le gusta la poesía, dibujar, y leer cosas profundas. Robert se mordió el labio, pensando. —¿Crees que podría hablarle de eso? ¿Libros, poemas? No quiero que piense que estoy entrometiéndome. —Si hablas de lo que a él le gusta, seguro que te escuchará —aseguró Samantha—. Mañana van a estar en el mismo grupo en la escuela. Quizás durante el almuerzo puedas intentarlo. —Eso haré —dijo Robert, con una sonrisa nerviosa—. Gracias, Sam. Samantha se levantó y le dio un suave golpe en el hombro. —Solo sé tú mismo, Robert. A Yadiel no le gustan las personas falsas. —Menos mal, porque yo no sé ser otra cosa —bromeó él. ⸻ En otro lugar, Yadiel estaba acostado en su cama, rodeado de sus libros y cuadernos. Nube, su gato, ronroneaba entre sus piernas mientras él escribía en su libreta de poemas. En el grupo de chat, Wiliani y Jeyraliz enviaban mensajes, y Oneill preguntaba si ya tenían listo todo para el primer día. Pero Yadiel apenas respondía. Había algo que no podía dejar de pensar desde hace unos días: la mirada de Robert, la forma en que le habló cuando se encontraron en el parque. Era raro. Robert no era como los demás chicos. Tenía una calma y una sinceridad que lo desconcertaban. Tomó el lápiz y escribió en su libreta: “Una voz nueva despierta ecos en mi silencio.” Suspiró y volvió a cerrar el cuaderno. No sabía qué significaba exactamente, solo que algo había cambiado. Mañana empezaría la escuela. Y con ella, quizás, algo más. Could you make the characters look cute and can it be in an anime manga style with color please

3 months ago

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